Esta historia no será totalmente una crónica, porque
ya paso tanto tiempo que no la recuerdo con exactitud, tampoco es la idea porque
hay cosas que deben de quedar así, como un buen recuerdo, el tiempo es traicionero
y también lo cura todo, pero al mismo tiempo atenúa los recuerdos, es natural y
muchas veces se van coloreando de situaciones casi creíbles; aunque me
adelantare un poco, tiempo después si tuve mi chispazo de realidad y entonces decidí
que por el bien de la historia debería quedar así como un relato curioso.
Durante cinco años atravesé la ciudad, mi destino
incluía cruzar el rio, pasar un par de universidades para terminar cerca al
mar, y así fue que por mucho tiempo hice ese recorrido seis días a la semana,
algunas veces en la mañana, otras en la tarde y rara vez en la noche, como para
el tercer año ya conocía a todos los simpáticos compañeros desconocidos con los
que compartía la travesía, sin embargo pocas veces fue que recuerde a alguna
persona con claridad.
Ella usaba la misma vía pero se unía con los demás
ya bien avanzada la ruta, siempre seria se sentaba al final, para ese momento
el transporte que era conocido por ir por debajo de la velocidad promedio tenía
esa característica como consecuencia los que usaban esa ruta panorámica no tenían
mucho apuro, mi caso es que a veces tomaba esa ruta por que no había otra,
cuando llegábamos frente al mar apuraba el paso y yo seguía por atrás, en la
jornada agitada semanal no había mucho para conversar primero porque no habían
muchos temas en común y segundo porque no había tiempo para hacerlo como tal.
Esto no pasaría de ser una historia ordinaria si
no fuese que según mi opinión había una complicidad no verbal al momento en que
compartíamos la ruta, lo que si recuerdo es su mirada fuerte sin ser acusativa
era una mirada profunda que guardaba muchas cosas, por ese momento no sabía
nada; años después me contaban que andaba muy agitada perdida entre la crianza
de una niña y de amores que no duraban mucho, también era cierto que como dije
al inicio esa mirada solo era inicio de una personalidad fuerte y agresiva, irónicamente
y como a veces ocurre la distancia prudencial trasmitía una calma y serenidad
interesante.
Ahora te podría contar como fue que compartimos
un tiempo años después, pero sería la suma de muchas contradicciones, a veces
pienso que cuando alguien tiene que ser encontrado lo hará cuando sea el tiempo
que toca que casi nunca es el adecuado, pero llego sin ser buscada y también se
fue sin decir mucho, años después por caminos diferentes hubo por ahí un
acercamiento y mucho había pasado quizá demasiado para ambos aun mantenía esa
personalidad fuerte pero al mismo tiempo tenía una fragilidad que pocas
personas podían ver, por ese momento perseguía fantasmas que fueron
desapareciendo poco a poco y es ahora que recién puedo escribir sobre esto.