Había una vez un gato atigrado. El gato murió un millón de veces y renació otro millón de veces, tuvo varios dueños pero no quería a ninguno. El gato no le temía a la muerte. Un día el gato fue liberado, era un gato callejero. Él conoció a una gata blanca y los dos gatos vivieron felices juntos. Los años pasaron y la gata se murió de vieja. El gato lloró un millón de veces y después murió. No volvió a revivir..tienes la bienvenida a una parte de mi vida.

Ah, publico una vez a la semana, comparte y recomienda si te gusta lo que lees y si no tambien comparte, se me olvidaba escribir algo mas y es: Comparte.

sábado, 27 de octubre de 2018

Por lo que Vale

Esta historia no será totalmente una crónica, porque ya paso tanto tiempo que no la recuerdo con exactitud, tampoco es la idea porque hay cosas que deben de quedar así, como un buen recuerdo, el tiempo es traicionero y también lo cura todo, pero al mismo tiempo atenúa los recuerdos, es natural y muchas veces se van coloreando de situaciones casi creíbles; aunque me adelantare un poco, tiempo después si tuve mi chispazo de realidad y entonces decidí que por el bien de la historia debería quedar así como un relato curioso.

Durante cinco años atravesé la ciudad, mi destino incluía cruzar el rio, pasar un par de universidades para terminar cerca al mar, y así fue que por mucho tiempo hice ese recorrido seis días a la semana, algunas veces en la mañana, otras en la tarde y rara vez en la noche, como para el tercer año ya conocía a todos los simpáticos compañeros desconocidos con los que compartía la travesía, sin embargo pocas veces fue que recuerde a alguna persona con claridad.

Ella usaba la misma vía pero se unía con los demás ya bien avanzada la ruta, siempre seria se sentaba al final, para ese momento el transporte que era conocido por ir por debajo de la velocidad promedio tenía esa característica como consecuencia los que usaban esa ruta panorámica no tenían mucho apuro, mi caso es que a veces tomaba esa ruta por que no había otra, cuando llegábamos frente al mar apuraba el paso y yo seguía por atrás, en la jornada agitada semanal no había mucho para conversar primero porque no habían muchos temas en común y segundo porque no había tiempo para hacerlo como tal.

Esto no pasaría de ser una historia ordinaria si no fuese que según mi opinión había una complicidad no verbal al momento en que compartíamos la ruta, lo que si recuerdo es su mirada fuerte sin ser acusativa era una mirada profunda que guardaba muchas cosas, por ese momento no sabía nada; años después me contaban que andaba muy agitada perdida entre la crianza de una niña y de amores que no duraban mucho, también era cierto que como dije al inicio esa mirada solo era inicio de una personalidad fuerte y agresiva, irónicamente y como a veces ocurre la distancia prudencial trasmitía una calma y serenidad interesante.

Ahora te podría contar como fue que compartimos un tiempo años después, pero sería la suma de muchas contradicciones, a veces pienso que cuando alguien tiene que ser encontrado lo hará cuando sea el tiempo que toca que casi nunca es el adecuado, pero llego sin ser buscada y también se fue sin decir mucho, años después por caminos diferentes hubo por ahí un acercamiento y mucho había pasado quizá demasiado para ambos aun mantenía esa personalidad fuerte pero al mismo tiempo tenía una fragilidad que pocas personas podían ver, por ese momento perseguía fantasmas que fueron desapareciendo poco a poco y es ahora que recién puedo escribir sobre esto.

No hay comentarios.:

Altar

  Después de mucho tiempo tome conciencia de lo importante que es estar en armonía conmigo mismo, no es que antes no lo estuviera, si no q...