Había una vez un gato atigrado. El gato murió un millón de veces y renació otro millón de veces, tuvo varios dueños pero no quería a ninguno. El gato no le temía a la muerte. Un día el gato fue liberado, era un gato callejero. Él conoció a una gata blanca y los dos gatos vivieron felices juntos. Los años pasaron y la gata se murió de vieja. El gato lloró un millón de veces y después murió. No volvió a revivir..tienes la bienvenida a una parte de mi vida.

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domingo, 6 de octubre de 2019

Rencor


Después de mucho conversar mas de una hora, tuve claro que cualquier cosa que pasara seria responsabilidad mía, aun antes de seguir caminando tuve claro sería muy difícil, no paso ni un par de semanas y me di cuenta cuando miraba que tenia un par de zapatos uno diferente del otro con un color similar pero no igual, técnicamente dos tonalidades más oscura en comparación del otro, si bien es cierto era el mismo zapato, cuando Sali de la tienda hace muchos años atrás no me importo mucho solo tuve la idea disparatada que con el tiempo ambos colores cambiarían con el uso, pero paso lo no calculado en un momento todo cambio, cambie de relación , cambie de trabajo cambien de ambiente, y ese par de zapatos quedo guardado por años y así pasaron una buena cantidad hasta que un día volví a encontrarme con ellos mientras limpiaba y al mismo tiempo buscaba recuerdo de otra vida, si bien eran los mismo zapatos que seguían quedándome bien, seguían  con una tonalidad diferente, Sali un día con ellos y se habían despegado resulto que el espacio donde duermo es tan seco al contrario de Lima que es muy húmedo y esa resequedad había cristalizado el pegamento de la suela, camine dos cuadras y sentí claramente como los zapatos ambos se despedían de mí.

Necio, pensando que en poco de mas de diez años solo me había puesto menos veces que la cantidad de dedos que tengo en ambas manos, me determine a no dejarlos de lado, fui a zapatero dos veces, resuelto a no dejarlos ir y así los recupere, esa aventura tomo un poco mas de un año entre que volvía a la carga, no dejándolos ir ahora te pondría contar por que son especiales esos zapatos o por que decidí por muchos años solo usar zapatos y no zapatillas como uso ahora, pero el punto es que un día quedaron bien, como nuevos o así parecían para ese momento otra vez las condiciones cambiaron, nuevamente cambie de ambiente y volví a guardar los zapatos hace poco mas de un mes los saque otra vez del cajón, esperando ser usados y ahora tengo algo de precaución no estoy seguro si soporten un día de jornada laboral y termine sin zapatos al final del día, mi única solución fue empezar a usarlos poco a poco pero aun así pudiéndolo hacer ahora no lo hago, quizá por que en el fondo pienso que su tiempo ya paso o quizá por que estoy esperando que realmente sea necesario usarlos, nuevamente terco como soy me resisto a dejarlos.

Es claro que este relato no tiene nada que ver con los zapatos, tiene que ver con la ilusión con la realidad y con las ganas de hacer muchas cosas, esta semana fue pesada y un sábado nuevamente tuve un ataque de realidad en donde vi las cosas como son y es me puso reflexivo no quería escribir algo frio y duro donde realmente me siento superado por todo, pero es cierto como es el caso de los zapatos que era responsabilidad mía, asumir las consecuencias de lo que podía pasar, inclusive tener que dejarlos ir en algún momento es una posibilidad mas cercana que de lo que parece, lo que me deja sin poder escribir mas es que no solo tengo un par así, si no dos pares en la misma situación, ahora te toca a ti interpretar cual es el verdadero mensaje de esta historia.

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