El tiempo está cambiando y ya se siente el frio, empezaron
las características mañanas de Otoño, ese cambio marca también el inicio del
año escolar, pero durante estos tres meses pasó un verano intenso, las altas temperaturas
fueron un motivo de conversación y más durante el viaje diario en el bus, que
no conoce de estaciones solo de traslado masivo. En esos viajes varias veces me
toco ir a mediodía, cuando el sol es inclemente, para variar este año tuve la
brillante idea de usar camisas de vestir de manga larga, como parte de las políticas
de vestido de oficina, lo hizo por que por mucho tiempo andaba con manga corta
y los brazos ya estaban de otro color, algo de precaución no está demás pensaba
mientras sonreía en el viaje, lo negativo es que muchas veces termine bañado en
mi propio sudor, pero cuando las condiciones eran tranquilas me perdía
pensando, en unos de esos viajes recordé un verano igual de caluroso que este.
Fue en un verano parecido a este, en que el Diablo
se apareció, como siempre nunca lo vi venir y como otras veces atrás, entre en
la dinámica de siempre para ver hasta qué punto me podía tentar, entre sus
muchas tretas y consabidas habilidades tenía la de soltarme algo de confianza
para bajar la guardia, entonces como ya sabía de que pie cojeaba rápidamente envolvía
sus hilos alrededor, hasta que ya era demasiado tarde; sin embargo de tiempo en
tiempo soltaba algún que otro pensamiento que me dejaba realmente interesado.
En un momento de mi queja diaria contra la vida y mi existencia le contaba mis
recientes hazañas amorosas, como había logrado salir airoso de intrincados
laberintos y de cómo me habían enseñado una que otra lección de vida y que
otras veces me había costado mucho seguir mi camino por que por más que buscaba
algo bueno de todo eso no encontraba mucho, mas era lo que había pagado y eso
me comía un poco el espíritu. Debo decir que esta conversación se convirtió en clásica
con el Diablo, en algún momento de su aparición ambos sabíamos que tocaríamos
ese tema, ciertamente sabia cuando tocar ese tema justo en el momento en que
estaba más vulnerable.
Una vez me dijo una buena, con la cual se ganó algo
de mi respeto, mientras escuchaba con algo de ironía y desconfianza dijo: "Es
que no fuiste ambicioso, tu inseguridad te gano y ella como la mayoría de las
mujeres de sus edad, buscaba algo concreto y seguro, tu tuviste todas las
oportunidades posibles para actuar pero no lo hiciste por que no fuiste
valiente, ella buscaba alguien con ambición y tú eres todo lo contrario, por
eso pasaras el resto de tu vida así, buscando lo que nunca podrás tener porque
ya perdiste la carrera antes de iniciarla". En este momento rápidamente
cambie de tema pero meses después de tiempo en tiempo me perseguía esa frase,
pude en ese momento insistir en que siempre fui una víctima de las
circunstancias y de forzar las cosas; pero la idea fue lo suficiente
encantadora como para empezar a crecer de poco en poco en mi cerebro.
Años después cuando volví a conversar con el Diablo
le contaba que había pasado con esta nueva etapa, intentado callarle la boca,
"Esta vez fuiste demasiado intrépido y como arriesgaste todo era muy
posible que por tal osadía perdieras todo y eso fue la consecuencia de no haber
pensado bien las cosas", entonces terminada la reunión, me fui pensando
veinte años para entender que tienes que buscar el equilibrio entre tu forma de
ser, las circunstancias, las obligaciones y la vida misma. Y aquí estamos.
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