Había una vez un gato atigrado. El gato murió un millón de veces y renació otro millón de veces, tuvo varios dueños pero no quería a ninguno. El gato no le temía a la muerte. Un día el gato fue liberado, era un gato callejero. Él conoció a una gata blanca y los dos gatos vivieron felices juntos. Los años pasaron y la gata se murió de vieja. El gato lloró un millón de veces y después murió. No volvió a revivir..tienes la bienvenida a una parte de mi vida.

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lunes, 8 de junio de 2020

Outshined

De un tiempo a esta parte quizá no mas de 5 años, en casos aislados después de un día normal y estoy en la cama justo antes de empezar a dormir, me empieza a temblar el cuerpo, al mismo tiempo siento el vacío, por un momento todos mi sentidos parecen entrar en colapso incluida mi concepto de ubicación espacial; luego de eso gradualmente vuelvo a la normalidad, mientras pasa ese episodio no pienso en nada, solo veo como siento algo de desesperación por no tener control de mis sentidos, aun sabiendo que estoy en cama supongo que debe ser algo muy parecido a un ataque de pánico.

Luego de eso no puedo evitar reflexionar sobre lo que paso y me pongo a pensar en cualquier cosa, algunas veces son cosas aisladas a veces si son relacionadas con vivencias recientes, hace poco me volvió a pasar y no estaba ni preocupado ni estresado ni nada parecido pero paso, fue en ese momento que desarrolle esta idea mientras volvía recuperar algo de sueño.

 

Hace poco pensaba sobre las segundas oportunidades, ciertamente pocas fueron las veces que evité usar ese recurso cuando estuve en la posibilidad de dar una nueva oportunidad, peor aún también fueron las veces que fui consciente que me daban una segunda a mi o fue mucho tiempo después que entendí que había usado ese segundo recurso, peor aun luego de eso tuve el tino de evitar pedir una tercera por algo de dignidad, pues es cierto que no se puede pasar la vida perdonando todo lo que se venga encima. Por ese lado por mas que me pese es cierto que es mejor cortar las cosas antes que se generen peores problemas.

Quizá el tiempo pueda apaciguar los inconvenientes, pero muchas veces no hay mucho que decir y solo seguir hacia adelante; hay momentos en que si retrocedo y junto algunas crónicas veo todo claro en el sentido que las cosas eran consecuencia de inmadurez y de no pensar bien las cosas, también mucho tiene que ver con la determinación de querer algo y terminar forzando situaciones innecesarias.

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